Nuestras sociedades parecen definirse cada vez más, si no por una inflación del resentimiento, por una inflación discursiva acerca de su omnipresencia, como si nuestro tiempo solo acertara ya a presentarse recelosamente en los términos de una negatividad parasitaria, impotente y circular respecto a sus diferentes crisis (institucional, ecológica, sexual, política, cultural). Nunca, posiblemente, se ha hablado tanto de la legitimidad del dolor como última palabra, pero tampoco con menos lucidez y sentido crítico. Esta atomización de la experiencia no pocas va veces de la mano de dinámicas explicativas negacionistas o conspiranoicas respecto a un principio de realidad básico. Ahora bien, ¿este diagnóstico es fidedigno? ¿Podemos afirmar que las batallas de nuestro tiempo están entrampadas en esta mala negatividad del resentimiento? ¿Hasta qué punto, en este mórbido umbral civilizatorio, la crítica del resentimiento de l@s otr@s no constituye una estratagema para expresar quizá otro resentimiento nostálgico por viejos órdenes culturales hoy erosionados? ¿Debe el pensamiento crítico y emancipatorio hacerse cargo de esta categoría para comprender sus impasses y bloqueos actuales? Desbrozar esta selva temática no es sencillo, pero existen antecedentes destacados para un posible diagnóstico. El objetivo de este curso es plantear estos interrogantes desde una orientación metodológica interdisciplinar y atendiendo a varios desafíos y debates históricos. Un conjunto de escenas que, desde la constitución del horizonte moderno, ha ido cristalizando en una categoría que parece escapar de la esfera psicosocial y permear toda nuestra esfera pública.

¿Qué quiere el resentimiento?